sábado, 19 de agosto de 2017

MEDIO ALIVIO


Nos vamos, atacados por pequeños monstruos que conocen el futuro, predicen el próximo minuto, succionan los ánimos de hablar.

Se miran entre ellos a los ojos, deciden y disponen tu destino.

Exponen de tu carne por que el lenguaje, la comunicación verbal y literaria que conocíamos ya es obsoleta.

Caras con formas, paréntesis, puntos y signos de numeral son los nuevos jeroglíficos del 2018, o a cómo va esto no se si del siguiente mes, o la próxima semana va a reformularse todo, para que nos leamos nada más las caras, sin distinguir ningún tipo de sonido vocal.

No es que angustie el día de mañana o el hecho de estar, y encontrarte extraviado en medio de un océano de ojos tiernos que se transmiten mensajes inentendibles para este ser.
Necesito bajar un poco el volumen, necesito hablar un poco más lento, me voy a quedar masterizando los sonidos en esta consola clásica de los años ochenta.

La voy a tratar con cariño un poco obsesivo, de ese en el que te obligas a desconectar la fuente de poder después de darle uso al equipo, enrollas el cable metódicamente, ceremonioso te tomas el tiempo para guardarlo en el mismo estuche que se compró tres décadas atrás, gastado y con un par de señas que le dejaron incidentes de los cuales todavía te acuerdas y te lamentas, pero te sirven ahora para distinguir tu estuche del de unos cuantos otros compañeros que al igual que vos compraron ya varios años atrás, se dedican a producir igual que vos, y cuando trabajan juntos se forma un equipo hermético, una combinación de juguetes y operadores irrepetible.

Entonces terminan un producto, y se ven a los ojos entre todos con una complacencia profunda, ahí cerca del cuarto chakra, entre risas también se comunican como balbuceando a carcajadas en voz alta palabras incompletas y sonidos.

El proceso es prácticamente el mismo en comparación con el de hoy, pero el tiempo cambio el ritmo, no son las mismas revolución, y los equipos armados ya no sienten la misma satisfacción o es más efímero y menos entendible para nosotros, del punto de vista matemático para nosotros es como resolver ecuaciones en una calculadora.

Por como pienso, no sé si pertenezco más a ellos o a nosotros, porque pienso que me acuesto en una caja y cierro la puerta, a veces creo que acelero los procesos, pero a veces siento ese deleite de nuevo, la satisfacción de  completar un proyecto y disfrutar todo el trayecto sin que importe tanto el final, y esa dualidad me tiene vomitando estas letras hoy.

Llegamos a esa edad,

Y estamos aquí sentados varios de esos que vimos las orillas de las calles en Reparto San Juan, Los Robles, Ciudad Jardín, El Paraisito, Rafaela Herrera, Bello Horizonte y por supuesto Colonia Centroamérica, vimos estas calles más limpias de vehículos, nos vimos a nosotros sentados en los bordillos, en las cunetas y aceras acostados en el piso de estos que llamaron parques y que ahora son centros de entretenimiento a punto de reventar y desangrarse de miles de esos ojos nuevos.

Acelero y desacelero, esta ambigüedad cada vez un poco menos intensa, y dejo que la velocidad la decida mi ser, así respiro a mi ritmo y veo con más calma lo que me rodea, para después callarme de nuevo, hasta la próxima crisis.

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