ESCRITO A LA OTRA MUJER

Se que mucho de este erotismo generalmente no es para vos, si no de vos, vos esa mujer ahí, despeinada, sucia, sudada, perfectamente arreglada a tu estilo, desgarbada, no como todas, única; por que tu erotismo es como de hombre de pueblo, macho de monte, así, ácida, que tomo lo que es mio y me importa una mierda si te gusto o no, yo lo disfrute, Salvaje !

Para vos, esa que aparenta no tener la sensitividad pero que al mas mínimo descuido, plafff... se desploma la pared y suelta un mar de lagrimas, balde tras balde de dolor, pena y esos tus sonidos entre gemidos y llanto que no se te entienden nada.

Sos una zorra, ahí... seducís al cobarde, lo empujas al mal, le das una

palmada en la espalda, devoras su mente, débil, frágil. Lo haces un hombre, despertas su ast

ucia o te engañas a vos misma, no importa, la cosa es que al final no tenes el remordimiento.

En la calle ayer te gritaron patebolsa, orgullosa de estar ahí, satisfecha, desnuda, con tus tacones y fumando, con todas las partes de tu cuerpo aun temblando, endeble, apunto de gritar de la excitación y mirando a tu presa encuerada, tendida en la cama, desvestida,

entre las sabanas que aun mañana se van a quedar tiradas con el bálsamo a sexo, cenizas y ese p

erfume dulce que te hechas, que después de unos tragos de cerveza destilas por todo el cuerpo; haces pecar al niño cristiano, hijo de mami.

En la mañana salís sonriendo, todavía con la imagen de las sombras revolcándose en tu cabeza, con el olor de tu nueva mascota en el cuello y te pones tu pintura de labios roja, siniestra; A buscar una nueva victima