miércoles, 23 de agosto de 2017

CUANTAS VIDAS TIENE UNO?


Salto a la Cama a la mitad de un sueño, acurrucándome entre las sabanas y las patas traseras de mi amo, surge un calor inesperado, para pasar la noche siempre merodeando; antes del amanecer como siempre salgo por la ventana entre abierta, esto para explorar mi campo que hasta ayer deje intacto; sobre mis cuatro patas veo los mismos restos de siempre en la basura del vecino, que ahora dejo su auto afuera, frente a mi patio de juegos -.-

Un colega me saluda a la distancia, y se queda distraído, parece un poco ocupado viendo un Guis posar entre los cables, está observando todo su campo desde la quinta rama de un palo de mango.

Un loco en un cartón me grita que me vaya, solo quiere dormir, otro día como el anterior será que me que cuente la historia de cómo perdió todo y no tiene amos como el mío; ya sé cómo son ellos, es un viejo amigo y está muy ebrio para recordarme, otro cuadrúpedo de mayores proporciones, come paja en un terreno sin techo, a unas cuadras de mi casa, todas las casas están oscuras y solo las sirvientas están despiertas preparando la comida, ese jugo amargo y negro que parece que un hombre les puso como penitencia a cada hombre de casa, me lamo las almohadillas antes de entrar a tomar mi leche.

Mi amo me toma por el vientre para despedirse y se despide; hasta la noche, me regresa con delicadeza al suelo para no fatigar mis flancos, siete años viviendo juntos han hecho que pierda algunas destrezas.

Continuo con mi ronda de siempre, esta vez voy unas cuantas cuadras más al sur, ahí los humanos son menos amables, una humano hembra me lanza agua al lomo, que seres tan primitivos, ayer unas crías humanas me arrojaron piedras en plena reunión con mis amigos, los premiaron con helado y como menos nos esperamos nos buscaron para convidarnos unas lamidas.

Me acariciaban la panza… Grrrr…

De pronto me espantaron a ladridos, quien los entiende? Malditos animales!

Mi amo de vez en cuando me jala los bigotes después de rascar mi cabeza, y la verdad cada vez es más difícil regresar a casa, no siempre creo lo que me dice mi amo, creo que él no sabe lo que siente.

Voy a la última reunión de control del día, va a ser en el parque, a ver qué sucede…

A la mañana siguiente, al sentir mis pelos, mi amo se alegra y me soba la cola.

MANAGUA 2005



Fin de semana por la noche, es sábado y son las nueve con veintisiete minutos, en la calle hay un niño sentado en la acera frente a la casa donde estaba terminando de cenar, es el distrito cuatro de esta ciudad a medias, y el centro de esta metrópolis en vías de desarrollo.

Nueve con cuarenta y dos minutos, se detiene suave un Nissan SENTRA modelo 88, menos de la mitad de la vida y me levanto a deambular con amigos sanos de vicios.

Ya en un costado de la ciudad se baja una llanta del carro, salen del vehículo tres jóvenes de 20 años, 17 y 22 años, estamos en el triángulo de la gasolinera ESSO Carretera Sur.

En ese entonces conocía la bebida pero no era alcohólico, fumaba cigarros unas dos o tres veces al día, sano a medias como varios de mi edad.

En esos años solamente con Coca-Cola y tortillitas para mí todavía era más que suficiente para disfrutar una noche, llegar de madrugada, únicamente el desvelo era nuestra droga y no hacía falta más, entonces uno se sentía bien por hacer un supuesto mal.
Sale el sol al día siguiente y ya sabemos que es lo que viene, pero decimos que valió la pena y dejamos de evidencia estas letras.



sábado, 19 de agosto de 2017

MEDIO ALIVIO


Nos vamos, atacados por pequeños monstruos que conocen el futuro, predicen el próximo minuto, succionan los ánimos de hablar.

Se miran entre ellos a los ojos, deciden y disponen tu destino.

Exponen de tu carne por que el lenguaje, la comunicación verbal y literaria que conocíamos ya es obsoleta.

Caras con formas, paréntesis, puntos y signos de numeral son los nuevos jeroglíficos del 2018, o a cómo va esto no se si del siguiente mes, o la próxima semana va a reformularse todo, para que nos leamos nada más las caras, sin distinguir ningún tipo de sonido vocal.

No es que angustie el día de mañana o el hecho de estar, y encontrarte extraviado en medio de un océano de ojos tiernos que se transmiten mensajes inentendibles para este ser.
Necesito bajar un poco el volumen, necesito hablar un poco más lento, me voy a quedar masterizando los sonidos en esta consola clásica de los años ochenta.

La voy a tratar con cariño un poco obsesivo, de ese en el que te obligas a desconectar la fuente de poder después de darle uso al equipo, enrollas el cable metódicamente, ceremonioso te tomas el tiempo para guardarlo en el mismo estuche que se compró tres décadas atrás, gastado y con un par de señas que le dejaron incidentes de los cuales todavía te acuerdas y te lamentas, pero te sirven ahora para distinguir tu estuche del de unos cuantos otros compañeros que al igual que vos compraron ya varios años atrás, se dedican a producir igual que vos, y cuando trabajan juntos se forma un equipo hermético, una combinación de juguetes y operadores irrepetible.

Entonces terminan un producto, y se ven a los ojos entre todos con una complacencia profunda, ahí cerca del cuarto chakra, entre risas también se comunican como balbuceando a carcajadas en voz alta palabras incompletas y sonidos.

El proceso es prácticamente el mismo en comparación con el de hoy, pero el tiempo cambio el ritmo, no son las mismas revolución, y los equipos armados ya no sienten la misma satisfacción o es más efímero y menos entendible para nosotros, del punto de vista matemático para nosotros es como resolver ecuaciones en una calculadora.

Por como pienso, no sé si pertenezco más a ellos o a nosotros, porque pienso que me acuesto en una caja y cierro la puerta, a veces creo que acelero los procesos, pero a veces siento ese deleite de nuevo, la satisfacción de  completar un proyecto y disfrutar todo el trayecto sin que importe tanto el final, y esa dualidad me tiene vomitando estas letras hoy.

Llegamos a esa edad,

Y estamos aquí sentados varios de esos que vimos las orillas de las calles en Reparto San Juan, Los Robles, Ciudad Jardín, El Paraisito, Rafaela Herrera, Bello Horizonte y por supuesto Colonia Centroamérica, vimos estas calles más limpias de vehículos, nos vimos a nosotros sentados en los bordillos, en las cunetas y aceras acostados en el piso de estos que llamaron parques y que ahora son centros de entretenimiento a punto de reventar y desangrarse de miles de esos ojos nuevos.

Acelero y desacelero, esta ambigüedad cada vez un poco menos intensa, y dejo que la velocidad la decida mi ser, así respiro a mi ritmo y veo con más calma lo que me rodea, para después callarme de nuevo, hasta la próxima crisis.